Richard Lazarus, psicólogo estadounidense, definió el estrés psicológico como una relación particular entre la persona y su entorno. Esto implica que las personas evaluamos el significado e importancia de cada situación y determinamos si atenta ó no contra nuestro bienestar.
Cada vez que nos enfrentamos a una situación, el cerebro hace una interpretación de la realidad. Si percibe que la circunstancia es incierta, incontrolable y peligrosas o evalúa que carecemos de las habilidades necesarias para enfrentarla, sentimos miedo y activamos la respuesta de estrés. El estrés es un mecanismo biológico que ha garantizado la supervivencia de nuestra especie por miles de años, permitiéndonos enfrentar el peligro de forma optima, movilizando todos los recursos físicos y mentales del organismo para escapar o enfrentar la amenaza.
En la vida moderna activamos la respuesta de estrés ante peligros reales e imaginarios, la mayoría de los cuales no desafían nuestra capacidad de supervivencia, sentimos miedo a hablar en publico, a perder un examen, a no sentir el celular en el bolsillo o a peder el trabajo. Si esta reacción es activada por periodos prolongados de tiempo, se produce estrés crónico, convirtiéndose en un riesgo para la salud debido a los recursos físicos y mentales que el organismo debe invertir a largo plazo.
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¿Cómo prevenir el estrés crónico?
La prevención del estrés crónico y las enfermedades derivadas de este implica el desarrollo de nuevas habilidades que nos permitan afrontar de forma positiva los desafios de la vida y alcanzar mayor control emocional.
Fortalecer el autoconcepto:
Podemos prevenir el estrés crónico partiendo del conocimiento de sí mismo, identificando cuales son nuestros valores personales, cuales son nuestras motivaciones y fortaleciendo nuestras competencias para mejorar la percepción de autoeficacia personal.

Son los valores con los que nos hemos comprometido y nuestra percepción de autoeficacia, los que determinan si asumiremos una situación problemática como una oportunidad, un desafío ó una amenaza. Las personas seguras de si mismas tienen expectativas más elevadas sobre su desempeño, confían en sus capacidades y perciben el entorno como menos amenazador, por esto son capaces de afrontar las situaciones de una forma positiva y experimentar mejores niveles de bienestar general.
Activar el mecanismo de relajación:
Una vez nuestro cerebro percibe que el peligro ha pasado automáticamente activa el mecanismo de relajación, una respuesta biológica que permite al organismo alcanzar el equilibrio y recuperar energía.

Las personas tenemos la facultad de activar este mecanismo de sanación a voluntad a través de la respiración diafragmática. Respirar de forma pausada y atender a esa sensación activa el sistema nervioso parasimpático que se encarga de llevar al organismo hacia el estado de equilibrio natural.
Ver ¿PODEMOS APRENDER A SER FELICES?
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