A partir de los 9 años, los niños pasan por una etapa de transición entre la infancia y la pubertad, experimentando cambios físicos, hormonales y emocionales. En esta etapa de su desarrollo se inicia la búsqueda de su identidad y las relaciones con sus amigos se hacen cada vez más relevantes distanciándose de sus padres en forma gradual.

La presión social y los cambios hormonales producen falta de control emocional. Los niños sienten que son demasiado jóvenes para asumir algunos retos y demasiado maduros para hacer actividades que antes les eran habituales, esto produce cambios del estado de ánimo y comportamientos como berrinches, llanto, inatención, aburrimiento o susceptibilidad. La forma como los padres asumen estos cambios en sus hijos puede incentivar o limitar el proceso de desarrollo emocional de los niños.
Claves para potenciar la independencia de los niños en su camino a la adolescencia:
- Explíquele al niño los cambios que están ocurriendo en su cuerpo y los que sucederán.
- Bríndele besos y abrazos, exprésele cariño y afecto, permita que se sienta amado.
- Trátele siempre con respeto, escuche sus opiniones, recuerde que ahora más que antes necesita que se tenga en cuenta su individualidad.
- Ofrezca seguridad estableciendo rutinas y normas claras. Idealmente negociadas previamente en familia.
- Aproveche momentos cotidianos como el desayuno y la cena para propiciar espacios de comunicación con el niño.
- Permítale aprender de sus propios errores.
- Bríndele responsabilidades adecuados a su nivel de desarrollo y madurez
- Entienda con tranquilidad y paciencia la etapa por la que esta pasado, oriéntelo para que él comprenda lo que le ocurre.
- Escúchelo y permita que sepa que valora sus sentimientos y que siempre estará para ayudarle
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